lunes, noviembre 01, 2010

“Marcelino Camacho y los falangistas”

-Son una mafia. Ya no son un sindicato.
 
               Ya  en su vejez, alejado de la actividad, Marcelino ( q.e.p.d.) le hizo esa afirmación a su amigo y viejo cofundador de Comisiones Obreras, el falangista Ceferino Maeztú, juzgando a los sindicatos de partido…aunque él continuó siendo comunista .
Y es que la historia es, casi siempre, compleja, llena de matices.

              A  Marcelino Camacho se le podrán discutir ideas, creencias y militancia, pero nadie puede negarle una vida entregada a la defensa de los trabajadores. Una vida vivida con austeridad y desinterés. Una vida compartida entre los talleres, la cárcel y la agitación; sin cruceros ni grandes restaurantes; sin subvenciones ni dependencia de las empresas ni de los gobiernos .Una vida austeramente sostenida por los propios trabajadores a los que sirvió.

           Junto a Marcelino Camacho, el falangista Ceferino Maeztú fundó, en 1964 la revista Sindicalismo, que acabó prohibida pero que supuso una concepción nueva, utópica , de una empresa en la que solo los  trabajadores en sus distintos niveles fuera dueño… y que se concretaba en  la cooperativa Ulgor (FAGOR)fundadaza por su promotor, el cura Arizmendi Arrieta…desgraciadamente  sumida posteriormente en el separatismo.

           Aquellos sindicalistas variopintos nos reuníamos en un local mítico, el Café Lyón, de la calle de Alcalá de Madrid, en una inolvidable tertulia: "la Bellena Alegre", adonde acudieron Marcelino Camacho, Julián Ariza y los hermanos Reboul, conviviendo y debatiendo amigablemente con Narciso Perales, González de Canales, Cantarero, Castro Villacañas y otros insignes falangistas revolucionarios o reformistas. También la Ballena Alegre fue cerrada.

           Cundo aparece la primera Comisión, la del Metal de Madrid, los miembros de las Unión de Trabajadores Sindicalistas ( los falangistas disidentes) estaban allí, participando en las reuniones de la Casa de Campo, y reclamando una revisión  de lo que ahora se llama el IPC , previamente escandalosamente manipulado  por el Instituto de Estadística.
Ahí nació con verdadera fuerza Comisiones Obreras, con curas, falangistas, católicos…y comunistas, mano con mano., aunque estos últimos aún no confesaban que lo eran.

           Si  decíamos al principio que la historia fue compleja, la actitud de Marcelino Camacho , empeñado en la defensa de los obreros, fue siempre insobornable, y nadie puede regateársela ahora. Salió triunfante en la orientación de Comisiones, frente a los falangistas, a los procedentes de la HOAC y a otros muchos colaboradores iniciales.
Desde muy jovencito y hasta su último suspiro fue comunista.

Pero esa ya es otra historia.
 
Fdo. Carlos León Roch
Cartagena 29 de octubre de 2.010