miércoles, agosto 13, 2008

¿Quién se irá al paro?

España ha salido peor parada en la última corrección de sus previsiones económicas que ha efectuado el FMI. La institución basada en Washington nos augura un 2009 donde la crisis se agudizará, y el parón de la construcción continuará destruyendo empleo, causando estragos en el resto de la economía.

Si examinamos los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), encontraremos que el crecimiento en el paro viene liderado por una gran destrucción de empleo en el sector de la construcción (el paro aumentó un 70,7% más que en Junio de 2007). Este hecho está perfectamente vinculado alfrenazo total en la construcción de nuevas viviendas, como muestran en este blog especializado.

Las primeras víctimas de la actual crisis económica son fáciles de identificar: varones jóvenes (18-40), trabajando en la construcción con contratos no indefinidos. Sus probabilidades de engrosar las listas del paro son altísimas en este momento.

 

Especialmente será el caso de los jóvenes inmigrantes trabajando en la construcción, que suponen al menos un millón de empleados. Un trabajo reciente del IESE encontró que la ola de inmigrantes que se incorporó en la última década al mercado de trabajo español lo hizo en condiciones de alta temporalidad y generalmente estaban sobre-educados para los trabajos que debían hacer.

En esas condiciones, en los próximos meses vamos a observar tres fenómenos, consecutivamente: (1) la no renovación de muchos contratos de trabajo en la construcción, generando un aumento del paro de manera acelerada de aquí a fin de año; (2) una reducción en la llegada de inmigrantes desde los países de renta media (Europa del Este, América Latina); y por último (3) una presión a la baja en los salarios del sector servicios, al aumentar la competición con la llegada del millón de empleados expulsados de la construcción.

El mapa del paro

Por otra parte, no todo el país se va a haber afectado del mismo modo. Coincide que las zonas donde el boom inmobiliario fue más intenso son las zonas con mayor inmigración, y también aquellas que más van a sufrir la crisis. El arco mediterráneo, desde Girona a Huelva, así como Madrid, van a sufrir con especial intensidad el fenómeno en cadena descrito arriba. Sin embargo, las grandes ciudades conseguirán reabsorber a esos desempleados en otros puestos del sector servicios, actuando de amortiguador. El resto del país, especialmente el norte, vivirá de forma menos aguda la crisis, aunque también verá ralentizarse el crecimiento y el consumo, mientras la inflación se dispara.

En el mapa inferior, observamos la importancia que ha tenido el sector construcción en la creación de puestos de trabajo en las diferentes autonomías. En Baleares, Andalucía, Murcia y La Mancha, el empleo en la construcción representaba entre un 15% y un 17% del empleo total, lejos de la media nacional (13%). Y es ahí, junto a otras comunidades pequeñas muy dependientes del boom inmobiliario, donde más fuertemente se va a sentir la crisis.

 

¿Tenemos todos los mismos números de ir al paro?

Incluso en las regiones más afectadas, no todo el mundo va a tener la misma probabilidad de terminar el año en el INEM. El mercado de trabajo español tiene la característica, común a otros países mediterráneos, de generar dos mundos laborales casi independientes. En uno se encuentran los asalariados con contrato fijo, que ven más o menos indexado su salario ante una inflación creciente. En el otro, todos los trabajadores temporales, que verán como sus salarios se comprimen en los próximos dos años, y sus probabilidades de ser renovados se desvanecen. Sin duda, la peor situación posible la vivirán aquellos que se encuentren en una autonomía muy afectada por el colapso del ladrillo, y sus condiciones laborales no les ofrezcan demasiada estabilidad.

Ante este panorama, lo único que podrá hacer el gobierno es acelerar la inversión en infraestructuras en las zonas donde el frenazo inmobiliario ha sido mayor, y mejorar las posibilidades de reinserción laboral de los desempleados mediante formación especializada. Pero incluso esas medidas, que tendrán impactos a medio plazo, no serán suficientes para que evitemos vivir la montaña rusa que nos espera hasta 2010.